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La Naturaleza se viste de distintos colores a lo largo de las estaciones del año.
La luz del sol incide sobre la Tierra de modo diferente en cada una de ellas, siendo característica la duración de los días y las noches.
Al estar en contacto con lo que vive la tierra podemos observar sus cambios externos, que son reflejo de un proceso más profundo, igualmente vivido por los humanos, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.

Introducir en nuestro entorno cotidiano escenas que representan esos arquetipos, nos vincula espiritualmente a la tierra, y nos unimos a las fuerzas que viven en ella.

La luz del sol algo velada del otoño, la abundancia de la tierra que nos regala sus frutos madurados con el calor del verano, las variadas tonalidades de ocres, naranjas, rojizos y verdes, son sólo algunos detalles que caracterizan esta estación.

Esta escena representa a la Madre Tierra recogiendo los frutos en su cesto.
Aporta calidez y belleza, no sólo en el hogar, sino también en el lugar de trabajo.

Esta figura se puede personalizar, cambiando colores, el peinado y otros detalles.